Para hablar de la Inteligencia Emocional, debemos acudir, sin ninguna duda, a Daniel Goleman. Si bien no es el creador del concepto o idea, sí que podríamos denominarlo el ‘padrino’ de esta teoría que afirma que “todos nosotros tenemos dos mentes, una mente que piensa y otra mente que siente, y estas dos formas fundamentales de conocimiento interactúan para construir nuestra vida mental“.

El psicólogo y escritor norteamericano, definió la Inteligencia Emocional como la “capacidad de entender las emociones ajenas, comprender las nuestras propias y gestionar nuestros estados sentimentales”. Y añade que “nuestras capacidades racionales no son lo más importante en nuestro camino hacia la superación personal y el crecimiento psicológico”. Dicho de otra manera, que la gestión positiva de las emociones era más determinante para el éxito en la vida que el coeficiente intelectual. Ya que “el cerebro emocional responde a un acontecimiento más rápido que el cerebro racional”.

Este ‘nuevo’ concepto llevado al mundo laboral, se transforma en un nuevo índice de medición de la productividad laboral de las personas. Y al mundo empresarial, una nueva forma de predecir el éxito o el fracaso de los negocios, así como la capacidad de adivinar el liderazgo de algún candidato. Todo ello, estudiando y analizando la Inteligencia Emocional. Incluso, la revista de investigación enfocada a los profesionales de las empresas, Harvard Business Review, ha catalogado esta habilidad como “un concepto revolucionario, una noción arrolladora, una de las ideas más influyentes de la década en el mundo empresarial”.

¿Por qué las empresas necesitan ahora empleados con Inteligencia Emocional?

Hoy en día, en un proceso de selección para un puesto de importancia en cualquier empresa, se intenta averiguar la reacción del candidato en situaciones de fuerte presión. Sin duda que en la era digital en la que vivimos, la cantidad de información es tal que el ser humano ya no acepta cualquier ‘publicidad’ o producto. Además, el consumidor dispone de un arma poderosa en este sentido, la posibilidad de elegir.

Una de las claves del éxito comercial se basa en la capacidad de reconocer y controlar las emociones de los clientes. Por eso, muchas empresas buscan candidatos con un alto porcentaje de Inteligencia Emocional.

La experiencia laboral o los conocimientos técnicos han dado paso, en una entrevista de trabajo actual, a las habilidades interpersonales y la gestión de las emociones. Todo ello “por la tendencia a la tercerización de la economía en los países occidentales”. En este sentido Daniel Goleman nos insiste en que la inteligencia emocional debe ser una cualidad necesaria a la hora de liderar un proyecto porque sin ella, “una persona puede tener la mejor formación en el mundo, una mente incisiva y analítica, y una fuente inagotable de ideas inteligentes, pero aún así no será un gran líder”.

Componentes de la Inteligencia Emocional

Daniel Goleman identifica cinco aspectos principales de la inteligencia emocional:

  • Autoconocimiento emocional (o autoconciencia emocional). La capacidad de comprender nuestros propios estados de ánimo y cómo nos influyen. De esta manera sabremos cuales son nuestros puntos fuertes y los débiles. O bien, cuando debemos tomar una decisión importante, y cuando esperar a otro momento.
  • Autocontrol emocional (o autorregulación). La habilidad para reflexionar y dominar nuestros sentimientos o emociones, para no dejarnos llevar por ellos ciegamente. Es muy importante saber o conocer qué aspectos de una emoción es interesante aprovechar y cómo reducir aquel lado que puede perjudicarnos.  Y aquí entra mucho en valor tu forma de expresarte. Y es que, una buena gestión de tus emociones depende de encontrar la frase adecuada. Lo que se conoce como la Inteligencia Verbal.
  • Automotivación o la capacidad de conducir nuestros esfuerzos hacia un objetivo. El ser optimista y poseer iniciativa, nos ayudará en este apartado.
  • Empatía o el saber ponerse en el lugar del otro y vivir como propios sus estados emocionales. Es el primer paso para entenderles y permitirnos crear vínculos más estrechos y duraderos con las personas de nuestro entorno.
  • Relaciones interpersonales o la habilidad para dar siempre la respuesta más adecuada. Saber tratar con los demás permite mantener una buena relación con tu entorno y, por lo tanto, una fuente de felicidad.